Sunday, April 26, 2009

A él también le encanta Depeche Mode (Cosa buena de la vida pt. 2)


Que figura my brodel, como tu y yo, en leather, bohemio y digital. Por ahí iba, a 120 kilómetros por hora, con el dedo índice de la mano derecha metido en el hoyo izquierdo de su nariz, atravesando velozmente una intersección histórica que fué siendo lentamente abandonada a causa de la globalización, que cabe mencionar, que ésta misma globalización fue la que se metió a lo ¨Rápido y furioso¨ en casa de mis abuelos allá en Canca, después de Tamboril.

Él tenía 93 días de actividades programados en su agenda y una sola tarde a la semana en casa con su familia. Ahora lo vemos en horas de trabajo, camino a visitar algún cliente gordo en la ciudad de La Romana. El viaje de negocios se dió solo aunque ya se había programado desde hacía meses y hoy bien temprano le llegó el recordatorio por Gmail, con una firma y una hoja de cálculo adjunta. En esta ocasión tuvo que esperar a endulzar el café en San Pedro de Macoris, porque la noche anterior estuvo consultándole al whiskey si las comisiones de esta próxima venta serían para su boda o para su cumpleaños, y esto le había puesto en jáque hasta al mismísimo estómago.

El goce lo llevaba rápido y lo seducía en cada esquina del ahora ¨cualquier otro pueblo¨, veía culos por aquí y por allí, de esta forma y de la otra, olvidándo los malditos quistes de su futura esposa y madre de su hijo a quien ya pronto solo le faltaría un mes y un acta de nacimiento para empezar el ¨arranque¨; esto lo deducimos por la impaciencia de su novia, a quien también le encanta Depeche Mode (depeche toi monsieur!, le decía mientras sacaba platos del lavaplatos). Al igual, metiéndose un deo, el David Gahan olvidaba por completo los intereses egoistas de su último préstamo, los débitos, los créditos, y todos aquellos indicadores financieros que lo envolvían en su día a día, y ya para la tercera metida de dedo en la nariz había comprendido por repetida vez su rol en la vida, para volver a olvidarlo quince minutos más tarde. Tal vez, lo único que realmente necesitó encontrar aquella mañana fué un plan de acción para poder evitar los hoyos de la pista ya cuando venía de regreso a Santo Domingo en compañia de sus ¨favorables¨ apuntes, sus catálogos chinos y su cerveza Brahma entre las piernas, ¨merecida¨, solía decir pasando a tercera.

Se metió por séptima vez el dedo índice de la mano derecha, pero ahora en el hoyo derecho, y mientras lo hacía, observaba rápidamente los tenis de un ¨muertorita¨ que a su vez pensaba (en su cabeza): ¨siempre se meten el jodio deo en la nariz en lo semáforo y creen que nadie lo ta chequeando... mierda, el gas verdá¨. Y la verdad era que nuestro querido ¨mete deito¨ sí estaba consciente de que lo miraban, y sabía sobre todas las muertes por accidentes de tránsito, y más aún, de lo propenso que estaba de contarse en esas estadísticas por estar maniobrando tanto las manos en altas velocidades, aunque también era un hecho admirable que pudo hacer las revoluciones (y evoluciones) necesarias para alcanzar aquellos fucking 120 y 135kph.

La puntita de su dedo índice se secaba de nuevo en el perfumado tapizado negro, nuestro querido y ¨humilde¨ conductor confiaba de la estabilidad de su auto europeo, liberaba mucha presión y sostenía desde el guía la combustión de sus ocho pistones. Pero no sólo fué esto, él ya había programado el reloj para que luego de pasada la reunión con su cliente poder marcar y acorralar a Lourdes en el baño del gift shop junto a las cajas de tabácos dulces propios de cualquier ¨Baúl mediterráneo´.

Nuestro conductor iba rápido, pero muy seguro del lugar a donde iba y lo que queria.

Sunday, April 12, 2009

Cosa buena de ல vida pt 1



A ella le encanta Depeche Mode y disfruta de combinar armónicamente los colores bajo el criterio de ¨temporada¨ al momento de vestir, mereció ser descrita en tiempo pasado. Sonreía de manera despreocupada y parecía dominar la telequinésis de utilizar sus sentidos para levantar y sólo guardar aquellas palabras y colores que verdaderamente consideraba importantes o interesantes, sin jamás querer olvidar que dominaba al mundo con su mirada y sus curvas y que sus huevos se cotizaban cada vez más después de cada amanecer y anochecer, aunque a veces, se ponía a pensar en que envejecía, y era entonces cuando imaginaba su muerte, sintiendo en ocasiones cierto tipo de orgullo al reconocer que no le importaba dejar legado alguno cuando ya estuviese entre gusanos. Estas cosas las pensaba entre sábanas y calmantes, con el teléfono celular en carga y sus cremas abandonadas en el fondo de una cartera que alguna amiga ¨materialmente útil¨ le sugirió alguna vez comprar, pero que en el fondo, no precisamente le gustó aunque sí le funcionó.

La invité a mi fiesta y aceptó, apartandose de sus vouchers y tirándose a la aventura, porque ya había aprendido a esperar lo mejor de lo no esperado y sabia del triste y del vacío que podría encontrarse su vida. Ella podía ver y analizar este tipo de cosas con impresionante rapidez. Le aburría acordarse de cosas como que sus ojos acumulaban cierto número de pestañeo diaramente; otras cosas, como esto de que los días no eran más que un interminable pasar del tiempo le aterraban un montón. Ella era de estas buenas muchachas que esperan llamadas en horas casi programadas, para escuchar lo mismo y para decir lo mismo también, como si hacerlo fuera parte de su trabajo. Se había vuelto nivel ¨intermedio¨ en lo que yo llamo la "búsqueda del anticonvencionalismo" para así poder enviarle un mensaje profundo y complejo al resto del mundo y de la humanidad: todo al final era cuestión de ¨salir volando¨. Con frecuencia, según me comentaron, se le escuchó melodear canciones que escuchó cantar a su madre cuando a penas era una niña y su madre todavía tenia las fuerzas necesarias para operar los asuntos domésticos y soportar los ¨utilities¨. Su madre ya no cantaba, pero empezaba a ser finalmente comprendida por su única hija y único amor, y esto le aportaba felicidad, a ambas.

A ella le gustaba Depeche Mode aunque ya había renunciado al efecto alienante que se desprendia en todo azul que cambia a negro, y a la melancolía que llevan esas canciones de trova que le olían siempre a vino, libros y ceniceros, ahora era una Amelie cualquiera, en busca del brillo que muchas veces encontraba detrás de las orejas del cielo, o en la última nota del ladrido de un perro callejero, o en la sonrisa de su tia abuela, o quizás en un amanecer, o en su nueva dieta: era todo un simbolo de admiración!

Ella, como todas, también tenía sus días. Su novio, de la paz, de la tranquilidad (seguridad), y de todo su amor sabía tratarla o manejarla (o maniobrarla) aún mejor que como maniobraba la transmisión de su carro europeo en estado ebrio, sabía que en esos días debía ser más dulce con ella, y con las demás. Su lavamanos, su control remoto y su almohada la querian más en estos días. El mundo le era difícil, lo difícil se le volvía un mundo, pero de alguna manera, yo la veía cada vez mejor, haciéndose cada vez más fuerte e independiente.

A ella le gustaba Depeche Mode, y anhelaba una muerte tranquila y segura a mi lado, de quien también construyó su propia historia y que tal vez nunca llegue a compartir.

foto por careblock (2009)